
Hola mi nombre es Rafael Elizalde Ovalle y aquí va un poco de mi historia
Siempre me gustó trabajar la madera, a los 10 años tengo el recuerdo de quedarme después del colegio a los cursos electivos de carpintería donde con una sierra manual y una prensa de banco hacíamos figuras que se ensamblaban dando forma a pájaros, un recuerdo vago pero lleno de significado y lindas emociones.
Hoy en día cortar madera y enseñar a cortarla es parte esencial de mi vida, pero no siempre fue así, de echo la primera vez que use la ingleteadora(mi herramienta favorita y clave para la fabricación de domos) fue a los 30 años. Cuando la llevé a casa de mi madre, donde empecé a construir mi primer domo y la quería usar, no sabía ni como desbloquearla, y tuve que llamar a la tienda para que me dijeran. Mucho de herramientas no sabía, pero si tenía la geometría en mi cabeza metida, lo cual me ayudaría a todo lo que sucedería. No fui el hijo del carpintero del pueblo y no crecí usando herramientas, todo vino de mayor.
Yo era el menor de 5 hermanos y en nuestra familia había dos mandamientos, trabajar y estudiar, que fue lo que hice con intensidad de los 16 hasta el día de hoy. Si bien de pequeños también trabajábamos en la juguetería de nuestros padres, a los 16 se puso más seria la cosa, mis padres se separaron, la juguetería quebró, la vida de ensueño que vivíamos se esfumó.
Llegando a los 18 había que tomar decisiones, mis padres habían terminado de pagar mi colegio apenas, pero hasta ahí llegaban, si quería estudiar algo más, corría por mi cuenta y ya mis hermanas estudiaban con crédito
Con un gran amigo del colegio estábamos en clase de computación y empezamos a simular que puntajes necesitábamos para ver a que carreras podíamos optar en la católica, y para mi asombro noté que mis números daban para entrar sin problemas a construcción civil, me pareció perfecto para mí, hace un tiempo había ido a ayudar a mejorar casas de gente que vivía en el campo y me había gustado mucho cooperar y trabajar manualmente la construcción, también por otro lado el hermano de mi mamá, era constructor civil, y era el que la llevaba en la familia. Generoso, simpático, abundante, deportista, gozador, adrenalínico, loco, que tipo tan genial, me caía muy bien, y cuando le dije que quería estudiar lo mismo que él, se puso tan feliz que me ofreció pagarme la universidad, así de loco y generoso era.
Las cosas se me dieron y entré a estudiar construcción civil en la católica, con beca familiar, mientras tenía varios trabajos para poder moverme, comer y divertirme. Fue una linda época de gran intensidad, harto deporte, trabajo, fiestas y estudio, pero de manualidades poco. Ya a los 24 años estaba titulado, y tenía un emprendimiento de hacer tocatas musicales principalmente en el bar de mi hermano, lo que no daba mucho, pero daba para vivir pasándolo bien.
En esta parte de la historia tenía que tomar la decisión de entrar a trabajar profesionalmente o qué hacer con mi vida, estaba un dilema, los trabajos clásicos que había para un constructor civil eran en construir edificios y malls(fueron las dos ofertas que obtuve), que no me llamaban para nada la atención.
Trabajé de garzon y junte un poco dinero para ir a ver a mi padre que estaba viviendo en Ecuador y despues viaje a Colombia, lo cual fue muy importante ya que conocí la ciudad en la cual viviría durante 4 años, Bogotá, periodo esencial para mi formación de otras habilidades en forma autónoma, como la producción de eventos, manejo de redes sociales, publicidad digital, diseño gráfico, fotografía, grabación y edición de videos, herramientas que han sido claves para el desarrollo de esta academia.
A los 29 se acabó el viaje de golpe, volví a Chile y empecé a trabajar con mi madre en una construcción de una casa de madera, eso si, no como el constructor civil administrador y jefe, si no como el ayudante aprendiz de carpintero. Me gusto y harto, y descubrí que el trabajo manual es lo mio.
De ahí me mantuve en trabajos esporádicos de carpintería hasta que un año y medio después empecé la construcción del domo y con los talleres. Mis dos mundo se unieron, y ahora en vez de tocatas, hago talleres, que es básicamente una fiesta del conocimiento, y lo mejor de todo, es que lo paso tan bien haciendo los talleres, que siento que ni trabajo. A la fecha he realizado 150 aprox y vamos por más.
Digitalización del curso y constante actualización
Cuando llegó el covid ya no podía hacer talleres presenciales, así que grabé y edité el curso en videos, y el resultado fue más de lo que jamás imaginé, alumnos de todo el mundo que aprendían con gran facilidad, los videos habían quedado buenos y los resultados eran tangibles en fotos y agradecimientos.
En estos videos resumo toda mi investigación respecto a los domos. Cuando mis paradigmas se rompen y descubro nuevas verdades, actualizo los cursos con nueva información, agregando valor, en más soluciones técnicas para aumentar el éxito de los alumnos, es decir el éxito de la academia.
Esta es la tercera versión